Una investigación financiada por Loro Parque Fundación revela que la mayoría de las capturas no se destinan al comercio internacional, sino a hogares rurales, alimentando un ciclo de posesión y reemplazo que pone en riesgo la supervivencia de muchas especies.
Una reciente investigación publicada en la revista Biological Conservation ha desvelado una realidad poco conocida: el tráfico ilegal de loros en Bolivia está impulsado, en su mayoría, por la demanda de mascotas dentro de las propias comunidades locales, y no por el comercio doméstico o internacional, como se ha asumido tradicionalmente.
El estudio, financiado por Loro Parque Fundación, demuestra que entre 300.000 y 500.000 loros son capturados ilegalmente cada año en Bolivia. De ellos, apenas un 12% llegan a los mercados ilegales urbanos como el de Los Pozos, en Santa Cruz de la Sierra. La gran mayoría se queda en las zonas rurales, donde son mantenidos como mascotas por las propias personas que los capturan.
Los Investigadores del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) José Tella y Pedro Romero, entre otros, desarrollaron una metodología innovadora que combina el monitoreo de mercados ilegales urbanos con trabajo de campo en las áreas de origen de los loros. A través de entrevistas informales en más de 150 comunidades, lograron estimar el destino real de las aves capturadas. Los resultados son contundentes: el número de loros poceados para uso personal supera ampliamente el volumen que se comercia tanto ilegal como legalmente. De hecho, en un solo año se capturan más loros de los que Bolivia ha exportado legalmente desde 1979.
Uno de los hallazgos más preocupantes es la alta tasa de rotación de mascotas: los loros suelen morir, escapar o ser vendidos pocos meses después de su captura, debido a las malas condiciones de cuidado, dieta inadecuada y depredación por animales domésticos. Este ciclo perpetúa la captura continua, ya que los dueños tienden a reemplazar fácilmente a los loros perdidos, muchas veces sin coste económico.
El impacto ecológico es alarmante. Entre las 35 especies identificadas en el estudio, varias están clasificadas como amenazadas o en peligro crítico por la UICN. La captura masiva y sostenida, aunque sea para fines no comerciales, representa una grave amenaza para su supervivencia. Un caso destacado es el del guacamayo de frente roja, endémico de Bolivia, cuya población silvestre ronda apenas los 800–1200 individuos. El estudio documentó 60 ejemplares de esta especie en el mercado y 113 más como mascotas en hogares rurales.
Este estudio subraya la importancia de abordar el tráfico ilegal desde una perspectiva socioecológica, que considere no solo los mercados, sino también las costumbres locales y las dinámicas culturales que alimentan la demanda. Loro Parque Fundación, al apoyar iniciativas de este tipo, contribuye activamente a la generación de conocimiento científico esencial para diseñar estrategias de conservación realistas y efectivas.